Siendo
el mismo caminar,
ya no
encuentro en el paseo
la materia necesaria de un poema.
Piedras
viejas rescataban
los
suspiros de mi alma,
los
gritaban en ecos encendidos
que
encauzaban en palabras
las
cuestas y revueltas de las calles.
Son
aquí los espacios más abiertos,
blando
el suelo, de pasos silenciosos.
Sin
paredes ni cancelas,
los
murmullos se escapan para siempre
sin
alcanzar la esencia de los versos.
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