viernes, 21 de septiembre de 2012

Incertidumbres (Entre dos cartas)


Tuvo la sensación de que había alguien más. Improbable en aquel vacío contundente, mas posible todavía si aún podía fiarse de sus sentidos. Fue como un murmullo lejano, varias voces deshechas y mezcladas que no sonaban ya sino a silencio manchado que se colaba por los infinitos agujeros del tejado. Lo escucharon a medias sus oídos con una repentina pesadumbre y un incómodo temor que su atención no apaciguó del todo cuando pudo confirmar que la inmensa nave seguía aquella tarde tan desierta como siempre. Nada había venido a distraer la quietud de aquel lugar y la mañana se había consumido serena e inofensiva como él esperaba. Capaz fue incluso de dominar la desazón en el pulso de su pluma sobre un papel viejo con manchas amarillas. Con letra diminuta escribió despacio, calculando cada frase, como si su padre fuera a leerlo algún día con la ilusión de conocer cuanto de espléndido había augurado para su hijo y que él mismo jamás disfrutaría ya. No pudo, pues, sino mentir para contar lo que antes había imaginado. Todavía claro en su mente pero tan falso e imposible ahora que llegó a dudar incluso de ser él mismo o de haber partido nunca en busca de aquel sueño. Pero una pesadilla no soporta la angustia con la firmeza inevitable de lo real. De sobra habría despertado ya, empapado en sudor, si sólo su mente fuera responsable de tamaña desventura.






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