Tal vez alguno ya os hubierais percatado del error que a hurtadillas acabo de enmendar por el poder que me otorgan la fibra óptica de “British Telecom”, “Blogger” y el teclado con ñ de mi flamante notebook. De un plumazo (borrando cuatro palabras) he confirmado que, aunque tal vez le hubiera ido mucho mejor de letrado, Romero no podía sino ser aprendiz de psicólogo (ya me extrañaba a mi que uno de derecho tuviera negocios con tres estudiantes de medicina). Solventado el desliz (o tal vez fallo irreparable de habernos pasado desapercibido) que espero me disculpéis por lo improvisado de la historia, os invito a que sigáis explorándola conmigo.
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