jueves, 27 de septiembre de 2018

Mi mejor tarjeta

Amenizado por los avatares de mi querida España y sus patéticos gerifaltes, entro en el aula ocupada ya a medias por compañeros puntuales como yo; antiguos escolares, desconocidos colegas ajenos a la efeméride, que llegan demasiado tarde al reparto de sugus.

Privado de mi momento de gloria, me consuelo con el anual guiño de Google y los mensajes que se acumulan en la pantalla del móvil.

Mientras garabateo estas líneas, me aleccionan sobre normas y deberes. Nos alertan de miserias y vilezas que de sobra y por desgracia conocemos y el cosquilleo infantil se envenena de tristeza y ansiedad justo hasta el momento en que recuerdo que lo traje.

Saco el sobre de la mochila y ni siquiera lo abro. Conozco de memoria esa carita pegada a la mía, su primera gran nevada y nuestro día perfecto en Florencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario