viernes, 27 de mayo de 2016

Partículas

Contemplando su intenso titilar naranja apenas unos centímetros por debajo de la luna llena, tuve la certeza de hallarme ante una estrella poco común. Tal vez ni siquiera estrella “sino planeta”,  me aventuré a apostillar con cierta vanidad. Lástima no haber asociado ese color rojizo al astro en cuestión pues habría así culminado mi más certera y astronómica conjetura.

Cuando unas horas más tarde la prensa digital me puso al tanto de mi acierto, apenas percibí una tímida vanagloria en nada comparable al sobrecogimiento de haber asistido consciente a la presencia real de algo hasta entonces sólo imaginado: Marte expuesto no frente al universo, la galaxia o su planeta vecino; ni siquiera ante el viejo continente o la isla que me acoje. No; Marte mostrándose humilde a los ojos de un hombrecillo calvo, sin obstáculos ni barreras, conectados de manera necesaria e inevitable como dos partículas de la misma cosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario