Pronombre
personal, locución verbal o adverbial, nombre masculino y adverbio indispensable
y notabilísimo para la vida misma. Palabra escueta cargada de conocimiento y
seguridad, de confianza propia y atribuida, expresión de satisfacción sin
igual, de soluciones al límite, garante de aceptación, conformidad o
beneplácito, muestra de esperanza cercana a la certeza (lejos del condicional
que la ausencia de tilde le otorgaría).
Qué
placer leérselo en los labios a Nadal después de un punto prodigioso,
recordárselo íntimo y sincero a mi esposa el día de nuestra boda, concederlo generoso,
afirmarlo complacido, contagiarse de la pasión arrolladora de Guille Milkyway al
oírselo exclamado y cantarlo nosotros con similar entusiasmo.
Poco
haría yo sin este vocablo mágico, conjuro para éxitos y arenga para aventuras
por afrontar. Ojalá pueda pronto pronunciar un
sí rotundo por motivos inherentes a la razón de este blog. Entre tanto
seguiré gritándolo tan fuerte como mi ánimo me lo permita.
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