No vayas
a creer en las fugaces ideas de los vientos.
Son
como siempre serán: descaradas, caprichosas,
indecentes
para viejos y profetas.
Son los
que mueven al rencor las voluntades,
los que
no callan en la noche,
los que
golpean las puertas a compases sempiternos de tormentas.
No dejes
de cuidarte de sus tientos
que tan
pronto son caricias como fueron bofetadas,
ni les
sigas sus discursos venturosos,
pues arengan
a los mares y a los cielos
por gozar
al ver las olas exaltadas
y las
nubes inundando el firmamento.
No te
dejes atrapar por sus aromas,
no escuches
sus susurros sensuales,
ni desees
volar llevado en brazos
de un
ejército de brisas tentadoras.
No te
dejes embaucar, que todo es un engaño.
fíjate,
escucha como suena en las quebradas;
no vayas
a creer que es sólo el viento
el que aúlla
de dolor mientras ríe a carcajadas.
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