lunes, 21 de octubre de 2013

¡Sí!

Pronombre personal, locución verbal o adverbial, nombre masculino y adverbio indispensable y notabilísimo para la vida misma. Palabra escueta cargada de conocimiento y seguridad, de confianza propia y atribuida, expresión de satisfacción sin igual, de soluciones al límite, garante de aceptación, conformidad o beneplácito, muestra de esperanza cercana a la certeza (lejos del condicional que la ausencia de tilde le otorgaría).

Qué placer leérselo en los labios a Nadal después de un punto prodigioso, recordárselo íntimo y sincero a mi esposa el día de nuestra boda, concederlo generoso, afirmarlo complacido, contagiarse de la pasión arrolladora de Guille Milkyway al oírselo exclamado y cantarlo nosotros con similar entusiasmo.  

Poco haría yo sin este vocablo mágico, conjuro para éxitos y arenga para aventuras por afrontar. Ojalá pueda pronto pronunciar un  sí rotundo por motivos inherentes a la razón de este blog. Entre tanto seguiré gritándolo tan fuerte como mi ánimo me lo permita.



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