Despierto solo en un vagón vacío.
Nubes y campo adornan mi ventana,
un sol atardecido se devana
en hilos blancos de temprano
estío.
Hoy siento otro dolor que no es
el mío,
ocupa mi interior otra desgana;
apenas queda ya de esta mañana
un beso en un adiós de junio
frío.
No sé si imaginar que alguien me
espera
en el andén de un pueblo
abandonado;
tal vez un pobre viejo con
chistera
sonría con su rostro demacrado
y me lleve de vuelta a aquel
pasado
de triste luz, de sueño, de
quimera.
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