jueves, 11 de septiembre de 2014

Incongruencias

Con cierto desconcierto asisto al desfile de imágenes varias de mi último verano; innumerables esfuerzos artísticos que en poco reflejan los gloriosos atardeceres (a los amaneceres nunca alcancé despierto), paisajes imponentes o joyas arquitectónicas de tierra adentro que traté de retratar. Ninguno posee un mínimo del alma que creí dejarme en ellos y que, aún, en el pecho echo yo en falta.


Tal vez no fuera yo quien disparara y mi cámara ande preñada de los recuerdos de alguien más; un villano sin escrúpulos que vive a costa mía. ¿Cómo explicar de otro modo la nausea y el espanto que me asaltan al hallar entre las fotos un jocoso autorretrato mostrando la felicidad de otro?

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