martes, 10 de octubre de 2017

El hito

Creyó que no caería. Incluso al verlo agitarse zarandeado por las rachas de viento. Lo sabía fuertemente sujeto y el tiempo inmemorial que llevaba allí pendido le confirmaba en su creencia. Muchos, por si acaso, se habían ido apartando y pronto se sintió libre de las apreturas que de habitual habían de aguantar por admirar tan magnífico espectáculo. Fue así capaz de avanzar unos pasos hasta colocarse justo debajo.

Jamás se le pasó por la cabeza que pudiera desprenderse porque no lo concebía de ninguna otra manera. Allí había estado desde que lo vio por primera vez de la mano de su madre y ni sus hijos ni sus nietos habían dejado de celebrar sus infancias bajo su sombra protectora. Por eso le resultó disparatado, casi ofensivo, que alguien sugiriera que se apartase e ignoró los agüeros de otros muchos. Si de algo estaba firmemente convencido era de que nada había de cambiar.

Miró hacia arriba por última vez con una excitación inusual, de testigo privilegiado.

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