tag:blogger.com,1999:blog-75592102018343365492024-03-11T16:24:15.667-07:00José Félix Méndez (Mis Historias)No hay historia insignificante o indigna de ser contada.José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.comBlogger211125tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-30312925630837325832023-09-30T03:11:00.001-07:002023-09-30T04:05:11.090-07:00De vuelta<p><span style="font-size: 17px;">Hace nueve meses, al quejarme yo de ciertos males, un buen amigo me recordó que no estaba solo. Con una simpleza abrumadora me repitió varias veces " Jesús te quiere". Aquello activó una bomba de relojería que, al cabo de unas semanas, hizo explosión con una magnitud devastadora. Poco dejó en pie de lo que durante años había ido construyendo y acumulando alrededor a modo de escudo protector y apenas quedé con vida, desnudo y frágil, como si hubiera vuelto a nacer.</span></p><br /><span style="font-size: 17px;">Mi confusión inicial fue disipándose y pronto acepté aquella nueva oportunidad no sólo como un regalo, sino también como un encargo de Dios. Entendí con absoluta claridad que había de emprender la marcha, volver a crecer, a madurar y a rastrear su presencia en busca del camino tanto tiempo olvidado. </span>
<br /><br /><span style="font-size: 17px;">Alguno de los que os habéis asomado a este cuaderno de historias, recordaréis que en sus primeras páginas me quejaba irónicamente de haber sufrido y de aún sufrir la falta de "espelde", término esquivo, tal vez inexistente pero a menudo en boca de mi madre, imprescindible al parecer no sólo para prosperar sino también para ser feliz en la vida. </span>
<br /><br /><span style="font-size: 17px;">Concluí entonces que mi madre poseía un conocimiento extraordinario del lenguage popular y que debía enorgullecerme por sus enseñanzas. Lo que no supe discernir cuando escribí aquellas palabras es que, quizás sin saberlo, mi madre hablaba de algo más. Que desde su fe inmensa, comprendía la necesidad de anhelar y poseer algo intangible pero real. Tan real como un padre, un hermano o un amigo que camina a tu lado.</span>
<br /><br /><span style="font-size: 17px;">Hace cinco meses, de vuelta a mi vida cotidiana, incluido un trabajo que hasta entonces odiaba y un sinfín de problemas inquietando a mi famila, me reconocí distinto, mucho más tranquilo y confiado, casi valiente, capaz de afrontar situaciones hasta entonces intolerables, más alto, más guapo incluso, más querido y apreciado, mucho más útil para todo y para todos. </span>
<br /><br /><span style="font-size: 17px;">Sé que nada de esto sería posible sin mi esposa y sin mis hijos. Sin embargo, hay alguien más. Siempre lo hubo aunque no me diera cuenta. Ese "espelde" que me mejora y nos mejora, que nos llena de gracia para enfrentarnos a la vida disfrutando de cada momento. Esa compañía que nos alienta y nos instruye, que nos protege y nos ilumina el camino, que vela nuestro descanso. </span>
<br /><br /><span style="font-size: 17px;">Mi buen amigo estaba en lo cierto. Jesús nos quiere, tanto como nos quiso antes de morir y regresar con nosotros. Sólo tienes que hacerte a un lado y aceptar su presencia.</span><br /><br /><br /><br /><br /><!--/data/user/0/com.samsung.android.app.notes/files/clipdata/clipdata_bodytext_230930_110845_192.sdocx-->José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-12640770284276794862022-09-19T06:27:00.013-07:002023-03-10T17:43:31.799-08:00Inmortal<div class="separator" dir="rtl" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><p>
<span style="font-size: 16px;">Al tiempo que España se batía el cobre en Lyon contra los correosos daneses, el autobús renqueaba puerto arriba por las curvas del Pico. Los lamentos por el temprano gol de Lerby habían dado paso a un silencio atípico, salpicado de imprecaciones que el cura pasaba por alto, tan nervioso como el resto de parroquianos.</span>
<br /><br /><span style="font-size: 16px;">La jornada había empezado demasiado temprano para un domingo. Cuando llegué a la plaza de Santa Ana el autobús aguardaba ya con el maletero abierto y arrancado el motor, por ir quitándose el relente de la noche. Mi madre, que aún no daba crédito de que fuera de buena gana, seguía vendiéndome las excelencias del santuario sin imaginar que, aunque nunca supe siquiera su nombre y apenas hoy recuerdo su rostro, compartir viaje con una muchachita de pelo rubio y corto con la que a veces coincidía en la cola del confesionario, era la única razón por la que me embarqué en aquella excursión, rodeado de beatas y catequistas.</span>
<br /><br /><span style="font-size: 16px;">Pronto comprendí, sin embargo, que sin el coraje de dirigirle la palabra, ni siquiera por la intercessión del santo se percataría de mi presencia y para cuando hicimos un alto en Arenas, habia ya asumido que iba a echar el día entero en valde.</span>
<br /><br /><span style="font-size: 16px;">Merendé un bocadillo elástico de tortilla sentado solo en un banco de piedra al fresco de una arboleda muy cerca del río. Me coloqué los cascos y la cinta en el walkman envió las cuatro notas en bucle de Sirius, preludio perfecto a la voz de Woolfson ("Don't think sorry is easily said...") y el estribillo de Eye in the sky me devolvió el placer de las vacaciones recién estrenadas, me congració con el mundo y sus gentes y, tal vez por la cercanía de lo divino, me imbuyó de un bienestar casi irracional muy cercano al delirio. En aquel estado retomé divagaciones sobre lo eterno y la inmortalidad. Cálculos inverosímiles que a veces daban vértigo, me enardecían y asustaban a partes iguales sin llevarme a puerto alguno. </span>
<br /><br /><span style="font-size: 16px;">De aquel éxtasis de andar por casa me sacaron a gritos unas crías del grupo de primera comunión. Que el conductor no esperaba, que quería al menos ver el final del partido de vuelta en casa. Así que apagué mi música y todo lo demás, y volví a sentarme al fondo del autobús. </span>
<br /><br /><span style="font-size: 16px;">Maceda, que ya nos había vuelto locos con su cabezazo a la red alemana casi al final de los cuartos, marcó de nuevo, esta vez el empate a los daneses. Era el minuto sesentaysiete de partido y nosotros acabábamos de pasar por la Cueva del Maragato. Por los altavoces del autobús el locutor seguía exagerando la excelencia del gol y en los asientos los pasajeros compartíamos un alivio excitado, mezcla de alegría y ansiedad. "Es que si juega España", decían las beatas que de futbol ni sabían ni gustaban. El párroco también había dado rienda suelta a sus pasiones más terrenales al celebrar como el que más con aspavientos poco litúrgicos, aunque luego se santiguó varias veces de vuelta a su asiento. Hasta la chica rubia de pelo corto y sus amigas se habían unido al alboroto varias filas por delante. Tal vez hubiera sido aquella la perfecta excusa para acercarme, pero el eco cercano de mi afán inmortal mezclado con el sagrado balompié, me dejaron clavado al asiento como un pelele.</span>
<br /><br /><span style="font-size: 16px;">Fue algo más allá de Solosancho cuando el motor dijo basta. Tras parar en el arcén, el conductor cruzó unas palabras con el cura y anunció que hasta alllí habìamos llegado. Un intenso olor a goma quemada atestiguaba sus palabras. Al menos, la radio funcionaba y, aun a riesgo de agotar la batería, el conductor la dejó encendida. De ninguna manera iba él a quedarse en ascuas justo cuando empezaba la prórroga, treinta minutos de espera que se consumieron en un suspiro. Y llegaron los penaltis. Nadie falla hasta que Larsen tira el quinto a las nubes y Sarabia clava el que nos lleva a la final. </span>
<br /><br /><span style="font-size: 16px;">Recuerdo la noche de aquel 24 de junio del 84, fresca aún, de cielo morado limpísimo, perdido en la sierra abulense, celebrando entre extraños la mayor gesta futbolística de España en décadas, compartiendo un sueño de grandeza que podía completarse tres días después. Pero el autobús de reemplazo acudió al rescate rompiendo el hechizo y la selección perdió ante Francia la final de París. Arconada, tantas veces salvador, nos había condenado con una cantada clamorosa y todo el derrotismo de los últimos tiempos nos cayó de nuevo encima para derrengarnos por los venideros. </span>
<br /><br /><span style="font-size: 16px;">Con el paso de los años y los sucesivos cambios de escenario, mis éxitos y mis frustraciones fueron adquiriendo un cariz más personal y, lastradas de realidad, mis inquietudes se alejaron de lo patriótico y lo metafísico. Hasta que veinticuatro años después de aquella jornada memorable , el fútbol le dio otra puntada a nuestro destino común cuando España ganó la primera copa de Europa de mi vida y dos años más tarde el primer mundial de su historia. Aquel hito sería ya para siempre, un pedacito de la eternidad que volvía a presentarse posible y merecida. Un paso más hacia lo inmortal que, de forma inesperada hace tan solo unos días y para cerrar el círculo, sugirió aquella misma voz, esta vez desde un video de Youtube que me esperaba en la red desde hacía doce años, los mismos desde que, enhebrado al hilo de Maceda y Torres, Iniesta nos llevó a la gloria en Sudáfrica.</span>
<br /><br /><span style="font-size: 16px;">"Si me recuerdas, soy inmortal" (Immortal, Eric Woolfson)</span></p><p><br /></p><p> <a href="https://youtu.be/mb9NgIciBaU" target="_blank">https://youtu.be/mb9NgIciBaU</a></p>José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-6427360696099232712022-04-05T16:29:00.000-07:002022-04-05T16:29:25.916-07:00Compatriotas<br /><br /><span style="font-size: 16px;">Tan increible como "Tiempo de Juego" consumiendo gigas en mi Samsung por un callejón de Manchester, resultó el ser testigo de una riña de pareja en mi propio idioma, ese por el que hace unos días en Londres alguien fue increpado mientras es acosado en su propia casa. </span>
<br /><br /><span style="font-size: 16px;">Ambos visiblemente azorados, el hombre parecía desesperado por justificar quién sabe qué oprobio y su compañera trataba en vano de librarse de sus melindres. En lo familiar de su aspecto y ademanes (imposibles de disimular) los identifiqué como compatriotas en cuanto entraron en la calle. Al llegar a la altura de mi coche, apagué el fútbol y bajé la ventanilla por confirmar mi buen juicio, algo preocupado, eso sí, por el cariz que tomaba el asunto. Inconsciente de mi presencia tras el volante, la chica balbuceaba palabras de protesta y el otro repetía "pues yo no me enteré". Un par de veces intentó abrazarla y plantarle un beso en la mejilla pero ella logró zafarse sin esfuerzo. Tiraron calle alante unos metros y luego de vuelta, aún sin percatarse de mi presencia, hasta que se perdieron por donde habían llegado.</span>
<br /><br /><span style="font-size: 16px;">Una mezcla de culpa y decepción me asaltó entonces, como si hubiera dejado escapar la oportunidad de demostrar mi don de gentes, intentando al menos mediar en aquella porfía. He de reconocer que por momentos temí por la seguridad de la mujer y que no pasé por alto la posibilidad de ser yo mismo objeto de la ira del hombre (o tal vez de ambos) de haber intervenido. No fue el caso, pues en su camino de regreso cejó él en su empeño de forzar una inmediata reconciliación, caminando algo más separado sin volver a alzar la voz.</span>
<br /><br /><span style="font-size: 16px;">Seguramente nuestros caminos no vuelvan a cruzarse y nunca sepa de las razones del tremendo disgusto que, para el momento de escribirlo, deseo forme parte ya de sus anecdóticos avatares de pareja.</span>
<br /><br /><span style="font-size: 16px;">No puedo, sin embargo, dejar de admitir que gran parte de lo que me hicieron sentir se debe al vínculo invisible que a los tres nos envolvía en aquel escenario extraño, tan lejos de un hogar que se desmorona entre traiciones de enamorados, con el beneplácito de testigos silenciosos.</span><!--/data/user/0/com.samsung.android.app.notes/files/clipdata/clipdata_bodytext_220406_002736_554.sdocx-->José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-84053469227061353422022-04-05T12:36:00.003-07:002022-04-05T12:53:36.232-07:00Cadáveres<p><span style="font-size: 17px;">Me detuve a pensar y decidí seguir, casi de inmediato, incapaz de asumir la evidencia del desastre, insoportable e incongruente hasta el absurdo, macabro delirio que no se disipa con el alba. </span></p><br /><br /><!--/data/user/0/com.samsung.android.app.notes/files/clipdata/clipdata_bodytext_220405_203011_250.sdocx-->José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-86666767884913602342021-12-24T18:02:00.007-08:002021-12-26T10:55:01.285-08:00Nochebuena<p><span style="font-size: 17px;">Corremos por guijarros congelados,</span><br />
<span style="font-size: 17px;">el aliento empapando la bufanda,</span><br />
<span style="font-size: 17px;">los primos no dan tregua en la batalla</span><br />
<span style="font-size: 17px;">de chiflas, pescozones y de abrazos.</span>
<br /><br /><span style="font-size: 17px;">Los padres se retrasan cada año</span><br />
<span style="font-size: 17px;">enredados en cánticos de espadas</span><br />
<span style="font-size: 17px;">y después amenazan bofetadas</span><br />
<span style="font-size: 17px;">si no tiramos recto para el gallo.</span>
<br /><br /><span style="font-size: 17px;">Carlitos escondió su pandereta</span><br />
<span style="font-size: 17px;">y al trote tintinea el muy tunante.</span><br />
<span style="font-size: 17px;">Le sigo en arrebato de corneta</span><br />
<span style="font-size: 17px;">como escudero a caballero andante.</span><br />
<span style="font-size: 17px;">Mi brújula, mi estrella rutilante, </span><br /><span style="font-size: 17px;">el héroe de </span><span style="font-size: 17px;">la infancia que aún me espera.</span></p><p>
<!--/data/user/0/com.samsung.android.app.notes/files/clipdata/clipdata_bodytext_211225_020032_030.sdocx--></p>José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-66710601761282957982021-12-13T13:35:00.000-08:002021-12-13T13:35:32.256-08:00Sin importancia<p><span style="font-size: 17px;">Alicaído le encontraron. Sin una pizca de la gracia que solía desprender, el gesto sombrío, el hablar escueto, lento y apenas perceptible. Los que consiguieron alzarle la mirada se la hallaron vidriosa y evasiva, casi temerosa aunque más bien hastiada. De tan huraño aspecto empezaron a recelar los que menos le conocían pero al poco empezaron a evitarle incluso sus más allegados. A distancia le observaron apocarse, encogerse en una quietud nada apacible y a cada paso alejándose, fue haciéndoseles más y más pequeño. Cuando ya no pudieron distinguirle, les pareció oportuno no darle importancia y al cabo de unos minutos empezar a olvidarle.</span></p><br />
<!--/data/user/0/com.samsung.android.app.notes/files/clipdata/clipdata_bodytext_211213_213246_363.sdocx-->José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-18699186468182974492021-03-31T10:15:00.009-07:002021-05-01T06:44:54.418-07:00Él<p>Es
miércoles. Paseo intranquilo por las calles vacías esperando a que anochezca.
Me acuerdo de verle pasar entre los suyos en silencio, a la luz de cirios
encendidos. No es la primera vez que le busco sin éxito, que regreso con el
alma vacía, pero nunca hasta hoy había compartido el desaliento de tantos
otros, huérfanos como yo, en este tiempo de tinieblas.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Es mi
camino una mezcla de adoquines inestables, tierra y barro y en las sombras
apenas se distinguen contornos del pasado de oníricas visiones. Entre ellos,
como un destello efímero, se desliza de pronto su presencia, inconfundible
incluso desde la distancia. Me detengo entonces, seguro de que viene hacia mí pero al mismo tiempo incapaz de dar un paso más, paralizado por la excitación,
tratando de calcular un saludo, un halago, cualquier cosa con que llamar su
atención. Todo en vano, pues mudo recibo su mirada tranquila al pasar a mi lado
y el suave tacto de su mano en mi hombro invitándome a seguirle. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Me uno
pues a aquellos que le acompañan, mantengo su ritmo sosegado a distancia
prudencial, pues aún experimento un respeto rayano en el temor. Los gestos que
me rodean instilan, sin embargo, una paz desconocida que me arroba por
momentos. Nada se escucha sobre el rumor de nuestros pasos y una esquila cercana
que viene por detrás. En silencio continuamos por senderos que apenas reconozco
mas presiento seguros como ningún otro lugar. Cuando por fin nos detenemos, no
siento cansancio ni apetito alguno. A unos metros le observo volverse hacia
nosotros, desprenderse de su hatillo y sentarse sobre una roca. Se mesa el cabello y se tienta la ropa sobre los
brazos como si tuviera frío. Pronuncia algo que no puedo entender y continúa
hablando mientras me siento alrededor </span>como todos los demás.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Se mueve
despacio y habla pausado, como si acariciara las palabras, dotándolas de un
gusto embriagador imposible de ignorar. Escucho con la certeza del entendimiento,
aprendiendo en cada frase, en cada gesto. Su lógica es sencilla y abrumadora,
pura como las miradas que nos dedica. Sin atisbo de vanidad comparte esa
grandeza con un entusiasmo sereno de buen maestro y en su voz se va entregando
poco a poco, por entero. En uno de sus silencios, cierra los ojos y l</span>os abre
alzando al cielo una mirada que parece de angustia. Sé que tiene miedo y me
estremece lo que habrá de sucederle. Él también lo sabe, como todo lo demás.
Pero sonríe al fin en una muestra de valor incalculable, como si anticipara la
gloria que le aguarda.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Entonces
decide que es hora de marchar. Muy despacio se levanta y camina lento</span> entre
los que le observamos sentados en el suelo. Al llegar hasta mí, posa la mano en
mi cabeza como hizo con el resto. Siento un temblor ligerísimo de sus dedos al
tiempo que una pena inmensa que me impulsa a sujetarle, a no dejarle ir.
Pero no me muevo. Ni él se demora un solo instante más.</p>José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-81787258005301922542021-02-03T07:58:00.010-08:002022-08-06T15:43:48.807-07:00Inestable<p> <span style="font-size: 17px;">El aluvión de alabanzas le sorprendió frente a las cajas de pastillas y el vaso de agua medio vacío. Llegaron en tropel con un escándalo de gruñidos que alteró el silencio que había creído eterno. Le llevó un par de minutos amasar un sentimiento parecido a la curiosidad pero que en su caso era solo la costumbre enfermiza de no dejar nada pendiente. Demasiado tarde, se arrepintió de no haberlo apagado y con desgana comenzó a leer los mensajes en su teléfono móvil. En su mayoría escuetas expresiones de alegría y parabienes con algún que otro agasajo más elaborado que le exigió exprimir su maltrecha concentración, provocándole un pinchazo de dolor distinto al de los últimos tiempos, real y en las tripas, lejos de aquella sombra malsana que le pesaba en el alma hasta inundarle de tinieblas. Los elogios, aun lejanos y tal vez falsos, avivaron un rescoldo, pobre aliento que apenas logró exhalar al aire gélido del cuarto.</span></p><br /><span style="font-size: 17px;">Se levantó y por no dar la luz avanzó a tientas hasta la ventana. Sobre el alféizar el cuaderno abierto por la misma página húmeda del frío del cristal. Las palabras conocidas, repetidas mil veces, se hacían notorias por momentos, a distancia, como una exhalación. Resistió la tentación de destrozarlo, consciente de que ya no había marcha atrás y levantó la persiana enfrentándose al resplandor dorado de la ciudad con un arrebato de nostalgia. Como en sueños del pasado, se le presentó excesiva y opulenta, falsa de belleza exagerada. Supo que fantaseaba pues aun habiendo sido real, él no estaba allí, no había estado en una eternidad, la misma que resumían las historias que florecían tardías por las redes sociales. Saboreó sin embargo cada aroma de tascas y balcones, el frescor del aire limpio de cielos rasos almenados. La tierra y el granito le arroparon suaves junto a aquellos que dejó y otros muchos acogidos a la paz de la meseta.</span>
<br /><br /><span style="font-size: 17px;">Encendió la luz. Ignorando el caos del cuarto volvió a sentarse a la mesa. Los mensajes continuaron llegando mientras manipulaba el teléfono en busca de una canción. Cuando empezó a sonar, lo posó junto a las cajas vacías y el vaso de agua medio lleno. Inestable. Jorge Marazu cantaba a alma descubierta y la suya se estremeció de miedo y de esperanza.</span><br /><!--/data/user/0/com.samsung.android.app.notes/files/clipdata/clipdata_bodytext_210203_155323_234.sdocx--><div><span style="font-size: 17px;"><br /></span></div><div><span style="font-size: 17px;"><br /></span></div><div><a href="https://youtu.be/URpZpG1ojzM" target="_blank">https://youtu.be/URpZpG1ojzM</a><br /></div>José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-8193588900745259152020-09-28T09:38:00.003-07:002020-09-28T17:00:40.585-07:00Un vaquero y un fantasma<p>El
brazo del soldado a punto de lanzar la granada quedó pegado a la hojita de
plástico pero el aspecto general de la batalla resultaba igualmente impactante,
muy digno de cualquiera de los escenarios para mi siguiente fantasía; historias
pergeñadas en horas robadas al sueño y puestas después en práctica por la
inmensidad del salón de casa con mi hermana. Nunca como entonces disfruté de
historia alguna, nunca las viví con aquel entusiasmo, aunque el trágico final
de mis ejércitos (apaches y demás perdedores) fuera siempre el de la infame
derrota. Muchas jalonaron el futuro que progresó como buenamente pudo a trancas
y barrancas hasta este último entreacto de meses y estaciones, tal vez el más
inquietante al que me enfrento. Por lo pronto, en esta deriva de incertidumbre
e ineptitud, parezco más propenso al olvido que al aprendizaje, como si el
declive empezara a ser al fin una realidad o lo que resta me lo sepa de
antemano. Entre tanto, practico otro tipo de recreaciones, menos dadas a la
épica y la ficción, donde el arrojo fingido de entonces no es siquiera
necesario pues la derrota es del todo inevitable y la victoria resulta falsa,
inmerecida. Si me paro a pensar se me llevan por delante, si echo a correr me
quedo solo y hasta los detalles más insignificantes acaparan esencia de
recuerdos que no fueron.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"> </span></p>
<span lang="ES-TRAD" style="font-size: 12pt;">Si el tío
Billy levantara la cabeza, enfundaría sus muñones en las cartucheras y, separando
los pies de su base de plástico, se marcharía cabizbajo. Si el fantasma del Exín
Castillos nos viera ahora, quedaría lívido para los restos y se refugiaría en su
torreón de capirote rojo sin ganas de abandonar las sombras oscuras de los
cuartos olvidados.</span>José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-31180666953839482402020-08-20T02:58:00.002-07:002020-08-20T08:57:13.802-07:00De recuerdos verdaderos<p> Aún duele como entonces. No tan amenudo ni tan fuerte como les dolió a otros, aquellos protagonistas involuntarios que nos arrojaron a puñados, desvalidos, aterrados o en pedazos por telediarios de media tarde. Sonroja la desvergūenza de quienes ni siquiera les conocieron y poco saben de nosotros, las verdades que vienen imponiendo, los bálsamos que tratan de aplicarnos como veneno que no deja de emponzoñar. Enerva el manoseo nauseabundo de voceros y juglares mancillando su memoria. Desalienta la ignorancia, el candor, los remilgos de aquellos que reniegan del derecho a esta rabia impuesta pero ya para siempre legítima y propia.</p>
<br />
Duele porque ya no matan pero aún siguen muriendo, cada día, en cada farsa, cada insulto y desafío. Duele contener todo el odio que encararon, conservar aquella paz que les quebraron a traición y sin sentido. Duele por honor, sin anestesia. Con el orgullo de quien, como otros muchos, preserva la memoria de sus propios ojos, de su propio oido, de sus propias tripas.<br />
<br />
<!--/data/user/0/com.samsung.android.app.notes/files/clipdata/clipdata_200820_105012_066.sdoc-->José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-81818023611846160122020-04-25T08:06:00.002-07:002020-04-25T08:06:33.449-07:00El ratón culpable<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Un ratón temeroso vivía en una madriguera
gobernada con mano firme por una rata imponente. Cada vez que algo salía mal la
rata no paraba hasta hallar un responsable y, cuanto más difícil era dar con
él, más duro era el castigo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Como casi nunca resultaba claro quien, de
entre la multitud de roedores, provocaba cada fallo, el ratón temeroso empezó a
sentirse culpable ante el mínimo percance y, por evitar mayor castigo, se
declaraba responsable de inmediato. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">El resto de los ratones, al saber que alguien
más pagaría por sus errores, empezaron a relajarse y a descuidar su trabajo,
así que al poco tiempo los fallos se multiplicaron y fueron agravándose.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Un día que la madriguera fue descubierta por las
voraces comadrejas, la rata convocó a todos sus ratones y bramó por el
culpable. De inmediato todos miraron al ratón cobarde que, al instante, volvió
a admitir:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">- Seguro que fui yo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">La rata le miró furiosa pero esta vez no le
castigó.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">- Me disgusta tu torpeza – le dijo – tanto
como admiro tu valor. Ningún otro habría reconocido su culpa por un descuido
tan grave.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Y, creyéndole en verdad el más valiente del
grupo, decidió enviarle a parlamentar con las hambrientas comadrejas, que
merodeaban alrededor tratando de hallar el modo de entrar en la madriguera.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">El ratón cobarde no pudo negarse y temblando
salió al<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>encuentro de sus enemigas, con
la esperanza de que creyeran que allí sólo vivía él y que estaba tan enfermo
que les haría daño al estómago si le devoraban. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Pero las comadrejas intuyeron que mentía y,
al primero de sus gruñidos, el ratón les contó todo cuanto querían saber.
Después y en un santiamén se le zamparon de un bocado y siguieron con todos los
demás que hallaron escondidos en su guarida.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">Cada cual ha de
hacerse responsable de sus actos pero no de los de otros. Si asumes errores
ajenos o les cargas tus culpas a los demás, acabarás pagando con creces. <o:p></o:p></span></b></div>
<br />José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-16096697357400438322020-04-24T17:03:00.001-07:002022-08-06T15:49:49.846-07:00Del amigo que se fueDicen que le vieron tumbado en la carretera, mirando las estrellas.José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-27113746230087047222020-04-01T17:41:00.002-07:002020-04-01T17:41:57.184-07:00Desde la camaEnredadas en eternos atardeceres distancias insalvables aguardan tras la puerta del dormitorio. Oleajes acompasados con relojes de pared, playas vacías y pasillos abarrotados. Me avergüenzo de las ocasiones perdidas entre impotencia y nulidad. Los desiertos más cercanos eran aquellos que acechaban entre las sábanas y los mejores miedos los que anidaban en la mirada de los otros, multitud de desconocidos que comparten de pronto nuestras mismas inquietudes; risas histéricas con el gesto agrio de incertidumbre dictada a bandazos por veletas de nada fiar. Noches que transitan por lugares comunes, diminutos, de peligros cotidianos que, al cerrar los ojos, se disipan y desatan ventoleras que despliegan los espacios en paisajes inabarcables donde esconderse y soñar, ajenos a los augurios y las amarguras. Urge un despertar sereno en un lecho mullido, desperezarse a la luz de un templado amanecer que recuerde aquellos de la infancia, con los silencios propios de la vida rebosante que ya no se esconde pero escucha prudente los mensajes de las hojas y los pájaros, de las campanas que preceden al bullicio, dispuesta a regresar por sus fueros, libre al fin de ataduras y de males.<!--/data/user/0/com.samsung.android.app.notes/files/clipdata/clipdata_200402_014039_002.sdoc-->José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-24731875790433373522019-10-24T13:37:00.000-07:002020-04-25T07:16:04.676-07:00El tiempo usurpadoDespertó con la boca seca y una nube pesada en la cabeza. El regusto de la escuela suspendida duró apenas un instante, lo justo para situarse en otra realidad que en nada se asemejaba a aquellos días. La distancia se había ido endulzando, el escenario resultaba menos arriesgado y su papel más relevante y enriquecedor. Pero el episodio revivido con el énfasis fanático de los juglares había logrado sobreponer lo actual en los recuerdos y amalgamar sentimientos antiguos y modernos hasta el punto de borrar cuanto sucedió entretanto. Como si de un embrujo se tratara se encontró perdido, desposeído de una historia propia, proscrito por aquellos que pretendían enfangarle las memorias con indignidades y pecados ajenos. Tal vez las manos hábiles del trilero hubieran burlado a todos, su sonrisa taimada encandilado por doquier. Pero en cuarenta y cuatro años había aprendido a reconocer la mezquindad del miserable que por un minuto de gloria pretendió despreciarle media vida y enfrentarle al mundo entero.<!--/data/user/0/com.samsung.android.app.notes/files/clipdata/clipdata_191024_213604_736.sdoc-->José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-77341198412851604792019-09-27T09:48:00.002-07:002019-09-27T09:49:43.986-07:00Entre paréntesisDesperté sin los arrestos para enfrentarme a un día como hoy, a medio camino y con las fuerzas justas, sorprendido incluso, con un regusto insípido de trámite ineludible. Poco de cuanto fue resulta ahora apetecible e incluso la fecha mágica adornada de viernes se atraganta como si fuera un día más.<br />
<br />
Después, sin embargo, empiezan los parabienes que se van acumulando. Entre ellos una antigua fotografía que antes jamás había visto. Dos niños sentados a la mesa para el desayuno; sonriente el muchacho, pensativo el chiquillo, poco más que un bebé. Recuerdo a ambos por distintos escenarios, tiempos diferentes y lugares tan distantes que parecen de mundos opuestos, tal vez de vidas separadas. Pero en ambos me reconozco y hallo alivio, los dos me recuerdan que estuve y que estaré, que aguardan a ambos lados de esta vida entre paréntesis.<!--/data/user/0/com.samsung.android.app.notes/files/clipdata/clipdata_190927_174758_778.sdoc-->José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-7248719016262500802019-09-20T09:01:00.000-07:002020-04-25T07:11:34.370-07:00La alimañaNo le habían adiestrado para tareas de aquel calibre. Asomar el hocico una vez al año podía parecer sencillo pero, con el tiempo, mucho había cambiado y casi nada resultaba agradable como entonces. <br />
<br />
Mientras observaba las gotas casi salpicándole, sintió de repente todo lo que había llovido, todo el gris que le había ido oscureciendo pero a la vez el calor y la paz que había atesorado en la madriguera, con los suyos.<br />
<br />
Atisbó hasta donde su vista maltrecha alcanzaba y fue incapaz de identificar peligro alguno. Tal vez por aquello mismo, el retortijón se le enredó también en las patas, que empezaron a temblarle. Desconfiado hasta de sus propios sentidos, trataba de convencerse de que por más que esperara, nada ahí fuera iba a invitarle un ápice más a salir mañana, ni el siguiente, ni ningún otro día. <br />
<br />
Pensó, por otra parte, que la luz, el viento los sonidos que arrullaban el bosque no iban a cambiar y que le aguardarían cuanto hiciera falta. De manera que volvió a ocultarse y dando media vuelta, regresó al fondo del agujero.<br />
<br />
Soñó que las sombras aliviaban al claro del sol de Agosto. Que la rivera cercana reverberaba sobre un silencio de hojas quietas. Sus pies sumergidos en un mar de hierba fresca, el aire acariciándole el cuerpo entero. Y al despertar, supo que ese día por fin se atrevería a salir.<br />
<br />
Recorrió ansioso el túnel que llevaba al bosque y como cada mañana se detuvo en la salida. Un resplandor rojizo se cernía aún sobre el paisaje calcinado, atravesado de columnas de humo que le abrasó en cada aliento y anegó de lágrimas sus ojos.<!--/data/user/0/com.samsung.android.app.notes/files/clipdata/clipdata_190920_165847_091.sdoc-->José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-70581741647846872692019-05-26T17:38:00.002-07:002020-04-25T07:07:57.997-07:00La curaciónRalentizó el paso y casi sintió que le embestía por detrás, como si marchara pegado a su espalda. No podía calcular por cuánto tiempo llevaba siguiéndole pues guardaba un silencio desconocido hasta entonces. Hacía meses ya que creyó haberse librado para siempre de su presencia pero, tal vez, tan solo callaba aguardando la oportunidad de volver a tomarle por asalto. Parte de las sensaciones de aquellos tiempos se agolparon en su mirada y por un momento sintió el vértigo de verse arrastrado de vuelta al abismo. Pudo haberse girado, encarar su presencia con la osadia que había fingido durante meses. No le habría faltado valor esta vez, pues tan aterrador le resultaba acabar entre sus fauces como sentir su amenaza para siempre. Recordó la distancia, el desamparo, la miseria de aquellos días enredados en memorias confusas y malsanas. No pudo dar un paso más y se detuvo. Aguardaron los dos inspirando profundo; la bestia aún a su espalda, tensa pero quieta, expectante, tal vez curiosa; él tranquilo otra vez, consciente de su presencia inevitable. <br />
<br />
Se derramó un instante que duró una vida. Sin volverse, extendio la mano hacia atrás hasta sentir el aliento húmedo en su piel. Consiguió sujetar el pulso ofreciendo aún la palma abierta y el jadeo fue calmándose hasta acompasarse a su propia respiración. Apartó la mano y echó a andar despacio, con parsimonia, seguro de que aún le seguía, que lo haría eternamente. Y a cada paso sintió crecer una fuerza extraordinaria que le envolvía y le llenaba, tan propia como ajena, desde el centro mismo de ninguna parte.<br />
<!--/data/user/0/com.samsung.android.app.notes/files/clipdata/clipdata_190527_013731_532.sdoc-->José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-12752282230444060922019-05-02T12:59:00.003-07:002022-08-06T16:23:52.563-07:00A tartazo limpioQué hartura, qué cansancio ¡vive Dios! Qué alarde de vileza y medianía. Qué empacho de ofertas y mentiras, de muecas impostadas de galán de pacotilla. Qué empalago de ñoñeces y alabanzas, de boca pequeña y de sonrisas falsas. <br />
<br />
Cuánto tuve que escuchar para tan poco, qué pérdida de tiempo, qué dislate. Ya no quiero ni mirarles de reojo, ni escucharles sus sandeces, ni saber de sus andanzas. Me he cansado de sus agrias controversias. Prefiero mil veces el dulce y la comedia, los payasos con gracia y con talento; los villanos y los héroes de cine de colegio, que supieron como nadie resolver sus diferencias con mesura y elegancia.<br /><br /><a href="https://m.youtube.com/watch?v=m5sKyo-jLTU&t=14s" target="_blank">https://m.youtube.com/watch?v=m5sKyo-jLTU&t=14s</a><br />José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-72124659958767202172019-03-21T08:42:00.002-07:002019-06-13T00:21:38.476-07:00La injuriaLa primera vez que lo escuchó pensó que se equivocaban. ¿Cómo era posible que pensaran algo así? Lo olvidó por tanto hasta que volvieron a llamárselo con más énfasis aun. Imposible como seguía pareciéndole, no pudo ignorar ser el destinatario de aquel epíteto, de modo que se planteó si tal vez desconociera el significado de la palabra en cuestión. Consultó varias fuentes pero todas le reafirmaron en su cada vez más indignada perplejidad. <br />
<br />
Al persistir en sus improperios y, convencido de que algo en su forma de ser, sus comentarios o actitudes debía resultarles sospechoso, comenzó a analizar cada uno de sus pensamientos y los gestos que de su rostro devolvía el espejo ante el que acabó por pasar horas interminables. Cada noche al acostarse, el insulto abominable le llenaba el espíritu de absurdas pesadillas que empezaron también a enturbiar sus horas de vigilia y pronto se sorprendió sujetándose impulsos hasta entonces desconocidos. Tratando de evitar dar muestras de su creciente inquietud, redujo al máximo sus contactos sociales y fue tornándose huraño y resentido. <br />
<br />
En una de sus escasas salidas nocturnas reconoció a aquel que por primera vez le había señalado con la ignominia que todavía arrastraba. Zarandeado por una mezcla de rabia y azoro, consiguió aproximarse hasta que el otro, vacía cómo estaba la calle, le miró también con un gesto de extrañeza que casi de inmediato tornó en sorpresa.<br />
<br />
"¡Pero bueno!"<br />
<br />
Una media sonrisa, como aquella que usaba para humillar a tantos otros, acompañó sus palabras que, sin embargo, sonaron teñidas de una ligera inquietud. Como no respondió, meneó el otro la cabeza e hizo ademán de esquivarle y marcharse de allí. Pero él se había plantado ya a solo un par de pasos y el desinterés del otro le azuzaba un deseo irrefrenable de saldar cuentas. <br />
<br />
"Mira... no tengo tiempo de..." <br />
<br />
Se atascó sin saber cómo seguir. Y un reflejo de pánico en sus ojos al avanzar otro paso hacia él le inyectó una furia tranquila que nunca antes había sentido.<br />
<br />
Dejó que diera media vuelta y echara a correr doblando por la primera callejuela que se abrió a su derecha. Pero solo un par de segundos después apretó los puños y tiró tras él. <br />
<br />
Recordó el insulto por última vez. Después de todo, siempre tuvieron razón.<br />
<!--/data/user/0/com.samsung.android.app.notes/files/share/clipdata_190321_154151_919.sdoc-->José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-54047834587090268942018-12-30T17:19:00.001-08:002018-12-30T17:19:56.912-08:00Un año despuésUn coche pasó demasiado cerca pero no alteró el paso que a punzadas le marcaba una angustia fuera de control. Apenas sintió la exhalación rociándole del agua sucia de los charcos y sus luces rojas le confirmaron el camino hacia el infierno. Diciembre era incapaz de enfriar la ebullición de sus pensamientos y el brillo inminente de la Navidad se apagaba entre un mar de sombras. Había salido sin rumbo fijo, sin más propósito que no volver. Los puños le dolían aún y los aullidos seguían retumbando en su cabeza. No tardó en sentir en las piernas el peso de su marcha frenética pero todo parecía transitar a cámara lenta, deslizándose indiferente alrededor, como si ya estuviera muerto. Las aceras fueron estrechándose y las luces derramándose en un pozo de negrura que señalaba el fin como una puerta abierta. Se detuvo al borde mismo, consciente del destino que aguardaba unos pasos más allá y cerró los ojos. Escuchó el tráfico cercano como un rumor de olas que cesaba sin remedio. Después un silencio de reloj parado, atragantado de segundos, minutos, horas, días, semanas, meses...<br />
<br />
Sus pies se acomodan sobre la tarima y siente el calor relajándole las piernas. Un murmullo de conversaciones lejanas se abre paso entre carraspeos y toses nerviosas. El concertino afina su grupo de cuerdas y el silencio regresa expectante, tan solo unos segundos. La ovación corta, sanadora, le devuelve al momento justo. Abre los ojos, el director alza los suyos al coro y juntos alcanzan la gloria.<!--/data/user/0/com.samsung.android.app.notes/files/share/clipdata_181231_011643_955.sdoc-->José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-53057164848108133942018-09-27T07:47:00.000-07:002018-09-27T07:47:22.561-07:00Mi mejor tarjetaAmenizado por los avatares de mi querida España y sus patéticos gerifaltes, entro en el aula ocupada ya a medias por compañeros puntuales como yo; antiguos escolares, desconocidos colegas ajenos a la efeméride, que llegan demasiado tarde al reparto de sugus.<br />
<br />
Privado de mi momento de gloria, me consuelo con el anual guiño de Google y los mensajes que se acumulan en la pantalla del móvil.<br />
<br />
Mientras garabateo estas líneas, me aleccionan sobre normas y deberes. Nos alertan de miserias y vilezas que de sobra y por desgracia conocemos y el cosquilleo infantil se envenena de tristeza y ansiedad justo hasta el momento en que recuerdo que lo traje. <br />
<br />
Saco el sobre de la mochila y ni siquiera lo abro. Conozco de memoria esa carita pegada a la mía, su primera gran nevada y nuestro día perfecto en Florencia.<br />
<!--/data/user/0/com.samsung.android.app.notes/files/share/clipdata_180927_153638_973.sdoc-->José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-58796287972686749972018-09-12T11:32:00.000-07:002020-04-25T07:18:56.580-07:00El supervivienteSintió la humedad pero permaneció inmóvil, la espalda pegada a la pared, sentado en el suelo en completa oscuridad. Ya no percibía el olor a pólvora pero el humo seguía quemándole los pulmones y los disparos aún retumbaban en sus oídos. Creyó haber escuchado lamentos no muy lejanos pero pronto cesaron o dejó de imaginarlos. Tan solo era consciente de su presencia, aún cierta entre el caos infernal, y la repentina calma que siguió. Saberse con vida resultaba más excitante de lo que hubiera imaginado aunque el miedo seguía sugiriendo otros lúgubres deseos.<br />
<br />
<br />
Un soplo de aire que silvó por una grieta invisible enfrió el líquido de su pernera y tembló desvalido. Más arriba el calor rezumaba lento y placentero. Lo palpó y muy despacio alzó la mano tratando de observarla en la tiniebla; sólo una silueta difusa que prefirió no acercar más a su rostro y apoyó suave en el regazo. <br />
<br />
Saboreó unos segundos de indiferencia ajeno al dolor que regresaba a punzadas hasta que volvieron las imágenes nítidas desprovistas sin embargo de la estridencia que las hacía insoportables. Gestos mudos de sorpresa, rictus de rabia repentina incapaces de responder siquiera con una lágrima. Calculó que algunos yacerían muy cerca y acertó a distinguir un par de bultos informes casi al alcance de su mano. Tal vez alguien siguiera con vida. Aquel pensamiento le produjo una intensa desazón. Sujetó el arma con renovada energía y consiguió arrastrarse hasta los cadáveres más próximos. Volvió a violentarlos sin pudor alguno en busca de un hálito escondido que halló al zarandear un cuerpo menudo, tal vez un muchacho; apenas un débil gemido que apagó el estruendo de la puerta al venirse abajo. <br />
<br />
La hoja del machete brilló un instante alcanzada por el haz de una linterna.<br />
<br />
<!--/data/user/0/com.samsung.android.app.notes/files/share/clipdata_180912_190944_900.sdoc-->José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-82893093427716499162018-08-11T08:20:00.000-07:002018-08-11T08:20:55.069-07:00El abismoSintió sus dedos relajarse y apenas se resistió. Tumbado como estaba, el brazo entero había empezado a entumírsele y la cabeza aún le daba vueltas, animada por una sensación de urgencia que seguía sobrepasándole. Podía sentir su aliento y en sus ojos una angustia infinita. La súplica callada resultaba ya inútil, conscientes ambos de que a ninguno le quedaban más fuerzas y apartó la mirada cargada de culpa. Notó aflojarse la presión de su último contacto y dejó que marchara para siempre.José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-19076606875539988852018-06-12T13:08:00.004-07:002019-08-20T09:19:51.056-07:00El ángel y el hadaLo había presentido en las sombras de su cuarto la noche anterior, una mezcla de recuerdos y de dudas a punto de materializarse en un rostro apenas familiar pero dolorosamente cercano. Hubiera esperado una mirada crítica, tal vez irritada, un lamento, una protesta. Pero en nada se había manifestado y con la luz de la mañana comprendió que nada había de temer, que la frontera que les separaba era en realidad el vínculo que les unía; un soplo de paz susurrado por las copas de los árboles moldeando las alas majestuosas de lo que ya era y la esencia infantil de lo que fue.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgeIxfjTnrCDKimgP2asaj9r_j0zgZAa8yboYljUTPycUg0cTy44P4HAylJfwzkXYbiV2n71p5VUqs8EK9NSqnCYRFp9GJ_YNHh5SewjXcYLtHOUs0HmAzkdiajiaz5aWeM3QPtMfy7wLw/s1600/20180605_195732.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="778" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgeIxfjTnrCDKimgP2asaj9r_j0zgZAa8yboYljUTPycUg0cTy44P4HAylJfwzkXYbiV2n71p5VUqs8EK9NSqnCYRFp9GJ_YNHh5SewjXcYLtHOUs0HmAzkdiajiaz5aWeM3QPtMfy7wLw/s320/20180605_195732.jpg" width="155" /></a></div>
<br />José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7559210201834336549.post-20937601492431944782018-04-21T12:36:00.001-07:002018-04-23T00:54:38.291-07:00Roma<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Recuperamos la esencia del paseo
por caminos de tierra entre setos y bancos de piedra, con aromas de resina y
hierba seca, al calor de un sol familiar que abrillanta fuentes y fachadas. Revivimos
en un caos de gentes y de coches, animados de su mismo espíritu festivo; un escándalo
de vida estridente y cacofónico, sublime como un coro de ángeles. Roma nos
estaba esperando, nos había aguardado desde siempre, con la ilusión de un niño
que nos muestra sus tesoros y nos invita a jugar, a compartir sus sueños y sus
historias. Escuchó la nuestra con oídos atentos y la adornó con parte de su
belleza, regalándonos miradas, gestos y palabras que creíamos perdidos para
siempre. Nos tendió sus calles y sus plazas para que anduviéramos del brazo a
contemplar atardeceres de cúpulas doradas. Le puso música al garbo de tus
pasos, conspirasteis juntas para un beso inesperado y nos alzó a su cielo casi
eterno; cuatro almas en un solo recuerdo.</div>
<br />José Félix Méndezhttp://www.blogger.com/profile/09560368423809504132noreply@blogger.com0