viernes, 26 de enero de 2018

Aguardando

Hay veces que no estamos. Ausencias pasajeras, devastadoras, nostálgicas o eternas. Hay pausas efímeras que no cesan, desiertos concurridos, descansos que no alivian, respiros profundos o tomados por asalto. Hay faltas echadas, cometidas, imperfectas; partidas de andenes o aeropuertos que acaban en tablas o empiezan a perderse. Hay marchas fúnebres, marchas nupciales, marchas adelante o hacia atrás, huídas, destierros, retiradas. Hay tiempos muertos que nunca resucitan, frases que quedan a medias para siempre, cartas olvidadas en el fondo de un buzón.

Son las presencias evocadas, las esperas, las vigilias; cada cuarto oscuro y quedo, cada butaca vacía. Casi todos duelen con la angustia de la distancia y el silencio pero muchos sanan, como si los vacíos se poblaran de momentos sostenidos y los tiempos se alargaran en completa soledad.

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