jueves, 5 de abril de 2012

Tras tus pasos


Cuánto añoro el dolor y el sufrimiento,
la muerte desfilando por las calles.
Echo de menos la alegría insana
de toda tu belleza desangrada
colgada en dos maderos.

Cómo olvidar la esquila repicando
entre el paso arrastrado de fantasmas
de ojos torvos y manos ateridas,
aguantando sus cirios derretidos
en lágrimas de cera.

Eccehomo de espalda descarnada,
de ojos entreabiertos que no miran,
de cabeza torcida y pelo sucio;
descoyuntado al desfilar del paso
por calles empinadas.
 
La sombra de tu cruz en la muralla
nos vuelve a señalar de amor y culpa.

Ignoraré la burla y el escarnio
en procesión festiva acostumbrados;
asistiré azorado a tu agonía
entre esa multitud que año tras año
te acompaña al calvario en primavera;
hasta que un día, falsas penitentes,
nuestras manos, cobardes y serenas,
te maten para siempre.

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