Cuánto
añoro el dolor y el sufrimiento,
la
muerte desfilando por las calles.Echo de menos la alegría insana
de toda tu belleza desangrada
colgada en dos maderos.
Cómo
olvidar la esquila repicando
entre
el paso arrastrado de fantasmasde ojos torvos y manos ateridas,
aguantando sus cirios derretidos
en lágrimas de cera.
Eccehomo
de espalda descarnada,
de ojos
entreabiertos que no miran, de cabeza torcida y pelo sucio;
descoyuntado al desfilar del paso
por calles empinadas.
La sombra de tu cruz en la muralla
nos vuelve a señalar de amor y culpa.
Ignoraré
la burla y el escarnio
en
procesión festiva acostumbrados;asistiré azorado a tu agonía
entre esa multitud que año tras año
te acompaña al calvario en primavera;
hasta que un día, falsas penitentes,
nuestras manos, cobardes y serenas,
te maten para siempre.
Un poema muy hermoso, José Félix.
ResponderEliminarSaludos.