lunes, 31 de octubre de 2011

Orphan Drive

Llegó demasiado pronto, siempre celosa de su puntualidad y buenas maneras y, huyendo del sofocante y extraordinario calor que castigaba Liverpool aquella tarde de Agosto, decidió sentarse en la hierba, bajo un sauce cerca del estanque, en Newsham Park.

Casi al mismo tiempo, el enfermero que habría de formar parte del tribunal que iba a entrevistarla para el trabajo, recordó que no había fotocopiado el currículo de uno de los candidatos y, con el original en la mano, subió al tercer piso del vetusto edificio sin poder evitar que su encorbatada camisa azul se le tiñera de oscuro bajo los brazos.

La mujer estaba cansada y casi se quedó dormida sobre la hierba verde aún del parque. Miró el reloj y comprobó aliviada que no se le había hecho tarde, pero se incorporó hasta quedar sentada otra vez, las manos apoyadas en el suelo a su espalda y la mirada fija en el imponente edificio donde, si todo salía bien aquella tarde, estaría trabajando en tan solo unos días.

Los ocasionales quehaceres administrativos de su trabajo, lejos de las salas y los ancianos, le importunaban sobremanera. El enfermero no disimuló su malestar cuando atravesó el despacho de las secretarias, que se afanaban en aparentar que estaban ocupadas y llegó a la sala de la fotocopiadora al final de un pasillo atestado de cajas y papeles. Levantó la tapa del monsturoso artefacto y, apartándo la mirada del halo de luz que se deslizaba bajo sus manos sujetando el documento, fue a fijarse en el papel desconchado que cubría la pared del cuartucho. Los motivos infantiles que se percibían en los agujeros del más moderno daban fe de que el antiguo ya cubría aquellas paredes por los tiempos en que el lugar fue un orfanato. Cuando la máquina dejó de resoplar, tomó el original y las copias y se fue hacia la puerta. Al abrirla y regresar al pasillo, un frío extremo le sorprendió echándole a temblar casi de inmediato, mientras se alejaba de vuelta a los despachos. Las secretarias le miraron extrañadas y él no pudo ocultar un gesto de desahogo al recuperar parte del calor que las otras aliviaban con frenéticos ventiladores.

La mujer volvió a consultar el reloj y decidió que era tiempo de anunciarse. Se puso en pie y se colgó su bolso al hombro. De camino hacia la entrada, todavía caminando por el parque, se fijó en las ventanas abuhardilladas del cuarto piso, protuyendo de un tejado altísimo que le daba al edificio un aspecto recio y venerable. Una duda imprevista la asaltó de inmediato. Se detuvo confundida y extrajo la carta de invitación para la entrevista; “Orphan Drive”, no se había equivocado. Comprobó la hora y se tranquilizó al saberse también en el momento adecuado. No pudo evitar, sin embargo, cierta inquietud cuando se presentó en recepción y los nervios terminaron por desbordarla mientras esperaba su turno.

El enfermero apenas pudo recuperar la calma para poder sentarse con el resto de los componentes del tribunal. Su aspecto no le pasó desapercibido a sus compañeros, que le preguntaron si se encontraba bien. Les dijo que sí, dispuesto a terminar cuanto antes con aquello para marcharse a casa, pero en realidad la cabeza le daba vueltas y las manos le temblaban mientras sostenían los papeles que era incapaz de concentrarse en leer. Al entrar la primera candidata, hecha un manojo de nervios, tuvo él que sujetar los suyos para mantener el aire profesional del resto de sus compañeros.

La mujer tomó asiento en la silla dispuesta para ella del otro lado de la mesa y, como su ansiedad parecía en aumento, el director le ofreció un vaso de agua.

- No, gracias – rechazó ella, mirando al enfermero. Sólo estoy un poco nerviosa por si me he equivocado.

Los otros la miraron extrañados y, como no dijeron nada, la mujer explicó:

- Yo vengo por el trabajo en el geriátrico y al ver a todos esos niños allí arriba, asomados a las ventanas…

2 comentarios:

  1. ^_^ Espero continúes el relato, José Félix, me gustan los cambios que has introducido y la verdad es que se la intriga es grande.
    Saludos.

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  2. El relato está basado en un lugar y una historia real que escuché a uno de mis compañeros que trabajaron en el edificio. Por este carácter auténtico no me siento del todo legitimado a continuar imaginándolo. Espero, sin embargo, que mi tercera novela (que de alguna manera tiene vínculos con este relato) te interese tanto como esto. Sigo trabajando en ella.

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